Hace algunas semanas hablaba de la empatía o más bien de la falta de empatía en la justicia. Hoy os hablo de la resiliencia, que también es una aptitud que se trata de inculcar principalmente a los niños, pues es importante para la vida en general.
La resiliencia es la capacidad para superar la adversidad. Y esto viene a cuento porque pensando en ello creo que los abogados somos de los profesionales más resilientes que conozco (probablemente junto con los médicos).
Los abogados vivimos nuestra profesión como en una especie de montaña rusa emocional. Y mis compañeros saben de lo que hablo.
Puedes tener una época plagada de buenas noticias, sentencias que te estiman lo que pides, ganas los pleitos con costas y, cuando te encuentras emocionalmente tan bien, de repente la emoción se te esfuma con una sentencia que no esperabas, en la que no te estiman algo que habías solicitado o, peor aún, te desestiman totalmente la demanda. Tienes que asumirlo, comunicárselo al cliente y recomponerte para empezar a valorar la posibilidad de recurrir, destacando tus puntos fuertes y “atacando” los fallos que observas en la sentencia.
La imagen que tenemos los abogados normalmente es de profesionales fríos y distantes pero os puedo asegurar que esa imagen no es cierta en la mayoría de los casos. Tal vez en los grandes despachos el cliente es un número de expediente y unos honorarios jugosos pero para los pequeños despachos el cliente no es un mero número de expediente.
Principalmente, en el ámbito del derecho de familia el cliente deja en tus manos asuntos delicados que le afectan profundamente y que están relacionados con lo que más le importa, su familia, sus hijos, su casa, la que ha sido hasta el momento su pareja, por lo que el abogado vive ese asunto como si fuera propio y, a pesar de la distancia profesional que siempre es imprescindible y deseable, se alegra si todo sale bien y se viene abajo si todo sale mal.
Lo importante de todo esto es la resiliencia, la capacidad para superar las noticias adversas y tener la aptitud necesaria para recomponerse y volver a pensar en superar la situación, aprender de los errores y seguir adelante con ganas. Y eso es importante transmitírselo al cliente con nuestra actitud y darle también a él herramientas para salir más fuerte de todo ello.
Como siempre les digo a mis hijos: “si te caes, te levantas”. ¡Y esto va para todos mis compañeros/as resilientes!.